martes, 1 de febrero de 2011

POKJUKA : "La dama blanca"


      Ante una salida con un grupo de personas grande y que está prefabricada, las sensaciones son contradictorias, por un lado estás deseando que comience, conocer a gente nueva, hacer actividades distintas, visitar otros lugares. Sin embargo siempre tienes esa sensación de no-control que no desaparece. Sabes que no depende de ti, de tus intereses, de tus inquietudes, todos no van buscando lo mismo que tú, por lo que la actividad no discurre según te gustaría... Esta es la historia de una de esas salidas.

Todo comienza el 20 de Enero de este recién estrenado año. Después de unas vacaciones en España (que comenzaron de la mejor manera, con una bolsa de Lays vinagreta), con la familia y amigos, con muchas historias para contar (y otras que no se deben), pero sobre todo con las pilas muy cargadas por todos esos gestos de cariño que me han hecho llegar, MUCHAS GRACIAS A TODOS! ME HICISTEIS SENTIR MUY QUERIDO! 

Pues con todo eso y con una felicitación pendiente, que finalmente se quedó en el Limbo (FELIZ CUMPLEAÑOS FRAN !!!) comienza la actividad de evaluación de Planistvo zimski del, o lo que viene siendo Montañismo de invierno. 

 Prvi dan
Esa mañana vamos a la facultad prontito, no queremos hacer esperar a nuestros profesores,  Blaž y Maja, que una vez más se han ofrecido a llevarnos al lugar de la actividad. Una actividad de la que tenemos muy pocos datos, hasta el punto de llegar a confundirla con otra. Pero esto sin duda la hace más interesante.

El día está nublado y apenas nos deja ver mucho más allá del borde de la carretera, el serpenteo de la carretera denota que estamos aumentando la altitud de forma contante.la dirección: N.O del pais.

Al llegar al Hotel center de Pokljuka y asignarnos nuestra habitación, nos quedamos algo sorprendidos por los detalles bien cuidados y el lujo, que no esperábamos para nada en esta ocasión. Nos acomodamos y salimos pronto a la calle a inspeccionar los alrededores. 

El sitio en cuestión es un complejo deportivo para la práctica del esquí de fondo y el biathlon nórdico. Justo detrás del hotel se sitúa la zona de tiro para los campeonatos nacionales e internacionales de esta modalidad olímpica. El lugar respira deporte por los cuatro costados.
 
La actividad de esta tarde consta de una práctica con los trineos, cómo colocarle, cómo controlarlos y como descender y no dejarse la crisma en ello… sin duda tiene su encanto.

Charla técnica
El dueño del material nos hace una primera clase teórica a pie de campo, en la que, como ya estamos acostumbrados, no nos enteramos de un carajo. La segunda parte, la práctica, esto ya es otra cosa, y no vemos la hora de lanzarnos por esa pequeña rampa y recoger las primeras impresiones. El tema consiste en pisar con fuerza con el pie contrario al giro que quieres realizar, al tiempo que tiras del ramal y hechas el cuerpo hacia este lado escogido. Vamos, que en cristiano es como montar en burro, cuando quieres ir a la izquierda, tiras del ramal izquierdo y cuando quieres ir a la derecha haces lo propio con el diestro. Lo malo es que esto no se para al tirar con los dos ramales a la vez y gritarle “soooooooo”, más bien se acelera más el muy cabrón!

Pero al cabo de unas cuantas pruebas la cosa no va del todo mal, el cacharro gira, quizás no para el lugar que nosotros queremos, pero gira, y esto es suficiente para querer más y emprender el camino hasta la pista de esquí más cercana y ver “cómo caza la perrilla”.  La subida la hacemos a pie, con nuestro burrito a cuestas (yo juraría que esto era el contrario…) al cabo de un rato ahí estamos, arriba, preparados para lanzarnos pista abajo con un artefacto de madera entre las piernas. 

Al no haber entendido nada de las indicaciones que vuelve a hacernos el monitor, preferimos colocarnos en los últimos lugares, para poder ver a los compañeros.










Al llegar mi turno el corazón bombea con intensidad a ritmo de batería, sin pensarlo me lanzo colocando los pies en el trineo, como nos habían enseñado, eso sí, dejándo casi nula la posibilidad de frenar. Pero por el momento consigo controlarlo, realizo una serie de curvas, no muy cerradas, que no me frenan en exceso, y mi burrito se acelera cada vez más, es ahora cuando le grito  “soooooooooooo” y tiro fuerte del ramal izquierdo,  gran frenada, gran error, gran talegazo…!!! La caída es tan estética como dolorosa, por lo que yo recuerdo salté por encima de mi burro dando una voltereta y caí revoloteando de culo, a todo esto el ramal del trineo se engancha en mi pierna, por lo que no sale disparado hacia abajo, algo que agradezco. Diez segundos para constatar que todo está en su sitio, que no hay ninguna avería mecánica ni biológica, y que mis compañeros no se han percatado de mi “cambio de opiniones” con mi montura (sin duda ha sido un golpe de los que duele más el orgullo que el culo) y continúo con mi bajada.  


En el siguiente descenso, justo en la salida mi profesora me grita “brakes! Brakes!) no sé por qué me da a mí que ha visto mi anterior peripecia. La bajada se produce sin incidentes, al final le estoy pillando el punto, algo que mi trasero agradece.






Preparados para el descenso

Drugi dan.

El viento meciendo las hojas de los árboles y las banderolas de la pista de tiro, que puede verse desde nuestra habitación, presagia que será un día fresquito. No tenemos tormenta, pero la fuerte brisa hace bajar el termómetro sin apenas despeinarse.
Isi y yo somos los más madrugadores. Cuando bajamos a la sala del material el hotel aún duerme, sólo se puede ver a algún empleado preparando, lo que a la postre será nuestro desayuno, mientras deja caer algún bostezo. No queremos sorpresas de última hora, queremos tener todo preparado de antemano, para lo que será una jornada apasionante. Ninguno de los dos ha puesto “piel de foca” a los esquís, por lo que la idea de madrugar creemos que es la adecuada. Posteriormente nos daremos cuenta de que la cosa no es pa´tanto y no tardamos mucho en tenerlo preparado. 

El desayuno es acorde a la actividad a realizar. Nuestro profesores, Blaž y Maja, nos tienen preparada una ruta por la montaña haciendo esquí nórdico, para lo que no sepan lo que es (igual que me ocurría a mí antes de hoy) el esquí nórdico consiste en desplazarse por la montaña, subiendo y bajando con los esquís, sin la ayuda de ningún medio mecánico, tan solo la, anteriormente citada “piel de foca”, que son unos adhesivos que, colocados en los esquís, permiten que éstos se desplacen hacia delante y no hacia atrás, bueno, eso al menos pone en el manual, pero como la montaña no esté por la labor…

Si todo sale según lo previsto coronaremos cima (de nombre irrecordable) desde donde tenemos una panorámica perfecta del Triglav, el techo de Slovenija, con 2864 mts de altura. Pero más allá de eso, descubriremos una disciplina nunca antes probada, y para nosotros es lo más importante.
A las 8:00 Am bajamos a la sala a recoger el material, mientras algún que otro dormilón aún sigue con la preparación de su equipo. Últimos arreglos, con una ayudita de una de nuestras compañeros y estamos listos para aprender !!!

Blaž nos ofrece una clase exprés de cómo se utilizan los esquís, y cómo hemos de movernos para conseguir ascender con el mayor ahorro de energía posible, esto en montaña es algo crucial. Eso sí, todo en el idioma patrio, y mira que le ponemos interés e incluso fruncimos el ceño y entornamos los ojos en gesto de concentración… pero que no hay manera de entenderle. Menos mal  que Maja, muy dispuesta siempre, nos hace de “translator”.

Sin más, y después de subir y bajar unas cuantas veces por la rampa cercana al hotel, nos ponemos en marcha. A los eslovenos no les gusta mucho perder el tiempo, y les entiendo, pues las horas de Sol no abundan.
La ruta comienza sencilla, eso sí, imprimiendo un buen ritmo, es como un toque de atención para los que se les han pegao las sabanas “actívate que lo vas a necesitar”.
Tras cruzar la carretera nos metemos un poco más en faena. Zigzagueamos entre los numerosos abetos de esta Parque Nacional del Triglav.



El frio pronto desparece y una vez adoptado un buen ritmo la expedición se desplaza rauda, pomo una serpiente surcando el bosque, sin prisa pero sin pausa. Llegados a uno de los puntos de registro activamos nuestro sonar, un artilugio que sirve para localizar personas en la nieve, después del paso de una avalancha, la práctica “añadida” de hoy consistirá en eso.
Montando la varilla de búsqueda
Nos colocamos en fila, cada uno con nuestra varita de búsqueda (una barra telescópica de aluminio con la que pinchas en la nieve hasta que sientes “algo”). 





Barremos una zona de la montaña hombro con hombro, avanzando con un paso al grito de “Naprej”. Así hasta encontrar una bolsa que bien parece un botiquín y previamente había escondido hábilmente nuestro profesor.




Encuetro de la bolsa enterrada
   



Una vez terminado colocamos los crampones a nuestros esquís y reemprendemos la marcha. Subimos nuestras fijaciones hasta el nivel 2, esto en cristiano es que “va a ser jodido de cojones”. Poco a poco, paso a paso y zigzagueando más aún, vamos ascendiendo por la pista roja de una pequeña estación de esquí. En un principio la cosa se lleva bien, la nieve es buena y los esquís agarran. Por la cabeza no me pasan muchas cosas, estoy muy concentrado en el siguiente paso, en cómo coloco el cuerpo y sobretodo el esquí, qué parte es la más idónea para realizar el giro y dónde puede haber una placa de hielo, para evitarla, si es posible o clavarla los crampones con todas mis ganas.

   En la parte media de la ascensión la cosa se complica. Ya hemos dejado atrás la pista y nos desplazamos por nieve virgen. Hay numerosos árboles y obstáculos, por lo que ahora la lectura del terreno es más importante si cabe, aunque no todos vamos por el mismo lugar, no todos tenemos las mismas características y buscamos el punto más adecuado para hacer las maniobras. 

   Entre paso, resbalón y giro me da tiempo a mirar hacia arriba y ver la montaña que preside este valle y también la que mañana, si ella nos lo permite, le echaremos un tiento. Aunque la vista hacia abajo no tiene  desperdicio ¡y pensar que estamos subiendo por este sitio! Esa idea hace que me recorra un escalofrió por todo el cuerpo y me da un chute de energía extra (no hay nada como la montaña para eso…)
En nuestra ruta tenemos dos puntos conflictivos, en los que quien más quien menos finalmente casi todos terminamos con nuestras posaderas en la fría nieve. Hay mucha placa de hielo y el aumento en el número de árboles hace que no tengas muchas opciones de ruta. Aquí se hace latente la idea de “cada perro que se…” es el momento de mayor requerimiento físico, hasta el punto de que mi compi Isi y otra compañera no pueden continuar y ellas y nuestra profesora optan por una alternativa. Yo no me doy cuenta de esto, solo pienso en el siguiente paso.

   La parte final se suaviza un poco,  volvemos a coger un ritmo curioso y llegamos a la cima. Allí solo podemos pasar unos breves minutos, ya que nuestra montaña ha querido exhibirse en todo su esplendor y nos azota con fuerte viento. El termómetro se desploma y las gafas se llenan de nieve, proveniente de las montañas vecinas.
   Todo esto puede sonar a fiasco o desilusión, ya que no podemos disfrutar de las fantásticas vistas del Triglav, debido a la niebla y el viento, sin embargo me invade una tremenda felicidad, todo esto acrecentar mi respeto por la montaña y sobretodo mi deseo por seguir ligado a ella.

   Sin demorarnos en exceso nos ponemos manos a la obra con el descenso, que al menos para mí se antoja complicado. Buscamos un sitio al “socaire” para poder desmontar la piel de foca de nuestros esquís y poder bajar hasta el hotel. No es hasta ese momento cuando me doy cuenta de que la situación se antoja, cuanto menos divertida, para un esquiador de medio pelo como este que os habla. Los primeros descensos no dejan lugar a la duda, no veas cómo esquía esta gente!!! Me debato entre la admiración y el recelo, aunque no le vuelvo la cara a la montaña y me lanzo colina abajo como un valiente. La iniciativa me dura unos pocos metros, vamos lo que tardó mi primer descenso seguido, más o menos hasta la primera curva… y aquí: talegazo! y pienso, es algo distinto esto de la nieve virgen… el recorrido transcurre entre un bosque de abetos y matorrales, en el que debes buscar un lugar lo más aclarado posible para poder hacer el giro. No hay manera, los piñazos se prolongan hasta llegar a una pequeña explanada, escogida como punto de control. Es ahí donde mi buen profesor Blaž, con la idea de que pueda llegar de una pieza hasta mi Garbayuela natal, se sitúa delante mía y con un “folow me” me marca el camino a seguir. Es aquí donde pienso “es imposible que baje por ahí”. El plan no da frutos muy jugosos, al menos en un principio, y mi culo golpea la nieva en multitud de ocasiones, eso sí, vuelvo a levantarme una y otra vez. La situación es graciosa, sobre todo para mis “classmate” aunque no hacen demasiada sangre, como me reconocen posteriormente a la hora de la comida.
Pulgada a pulgada, talega tras talega, me acerco a mi objetivo, el comienzo de la pista de la pequeña estación contigua al hotel. Aquí soy algo mas ducho y solo en la última parte vuelvo a las andadas, para no perder las costumbres…

   El último trozo en llano, unos 500 m aprox. se me hace eterno, estoy destrozado y apenas tengo fuerzas para bracear, no sabía que esto de caerse fuera tan cansado… al llegar a la carretera recojo mis esquís y tomo el camino del hotel con la idea de ver a mi compi Isi cuanto antes temiendo que las noticias sean malas.
Me la encuentro en la puerta de la sala de material, sana y salva y de una pieza, por lo que quedo aliviado. Me cuenta que, ante los problemas que estaban teniendo en la ascensión, una chica y ella han tomado una ruta alternativa, junto con nuestra profesora.

   La comida llega en el momento justo, cuando las fuerzas están pidiendo ayuda. Es ahí donde uno de los compañeros me suelta “you are brave!” al que le respondo con un apretón de manos: “yes”, siempre y cuando “brave” signifique “loco masoquista”…
   Después de saborear otro de los manjares a los que nos están acostumbrando en este sitio, estamos listos para continuar con el programa. En este caso se trata de la construcción de una camilla para trasladar a un herido en la montaña, usando como material dos esquís, seis palos y varias cuerdas de unos 4 metros cada una. Nos acoplamos a un grupo y seguimos sus movimientos sin perder detalle.






El ritmo es trepidante,  y solo el frio en las manos desnudas hace que pare por unos instantes. Tras el tiempo necesario de fabricación la prueba final consiste en trasladar a uno de los componentes por una rampa de nieve, sin que el herido caiga y la camilla no llegue pidiendo la hora. La prueba es superada por todos, como menor o mejor puntuación. Sin duda una práctica interesante, que algún día puede resultarnos muy útil.





 Tretji dan.

   La tercera mañana se presenta trepidante, con ese gusano de incertidumbre, exaltación y deseo recorriendo cada parte de tu cuerpo. La noche anterior nos habían reunido en la sala de charlas para contarnos y mostrarnos en el mapa la ruta prevista para hoy. Sin duda era tan interesante como dura. Una idea salpica mi cabeza "la subida puedo con ella, pero la bajada la voy a sufrir", a tenor de los acontecimientos del día anterior. Aunque, a pesar de ello, no quiero ni hablar de “rutas alternativas” quiero ponerme a prueba en un terreno hostil, que me exija el máximo, aunque el pensamiento de poder perjudicar a mis compañeros no me gusta nada… es una batalla en mi cabeza de dos luchadores que tienen las mismas fuerzas.

   La ruta comienza sin apenas aviso, esta vez no hay calentamiento, pruebas, ni cuartel, esto es real, y nadie puede dormirse. Este ambiente consigue contagiarnos a todos, estamos concentrados en la actividad, intentando estar al 101 %. 

En el día de hoy se establece una norma, Isi y la otra de las chicas que tuvo problemas el día anterior irá delante, justo detrás del profesor, esto hace que el grupo coja su ritmo y nadie quede retrasado. Es curioso esto, porque cuando vas delante, sin saber cómo ni por qué, eres capaz de mantener un ritmo más alto que si estas en la cola, si que exija un esfuerzo exageradamente más elevado… Aquí entra en juego el aspecto psicológico, cuando ves que todo el grupo te deja atrás, que las distancias se acentúan por momentos, tus fuerzas flaquean. Sin embargo recibes un chute de energía cuando te sitúas delante.  Gran decisión por parte de nuestros profesores.

   La marcha discurre sin altibajos, a un ritmo constante, solo nos detenemos para cambiar el nivel de inclinación de nuestras fijaciones o colocar los crampones. Paso corto, firme, para anclar el crampón y deslizamiento del otro pie manteniendo siempre el contacto con el suelo, esto evitará resbalones inoportunos, que te hacen retroceder varios metros hacia abajo.

   Llegamos al primer “crux” de la ruta. Se trata del lugar donde ayer tuvimos tantos problemas para ascender, y donde el grupo se rompió y se alargó más de lo recomendable. Pero esta vez Blaž lleva un plan en mente. Establece una parada para quitarnos los esquís y atarlos a nuestras mochilas, lo vamos a subir andando. La organización es la misma, el va delante abriendo huella, y nosotros emulamos a los indios americanos tras su paso. Para mí esto es una grata sorpresa, nunca he subido por una montaña nevada de esas características. El parón no hace que perdamos la concentración, tan solo piensas en el siguiente paso, en clavar la punta de tu bota de la mejor forma posible para conseguir una base lo suficientemente resistente que aguante su paso y el de los compañeros que vienen detrás. En este momento me llegan a la mente todas las historias que he visto o leído de “superhombres” que asciende por cumbres imposibles en el Himalaya, ahora entiendo su satisfacción al hacerlo, al dar todo lo que tienen dentro, al jugarse la vida en ello… y todo esto lo siento al subir a una montaña de unos 2000 metros, si las sensaciones son directamente proporcionales a la altura, no puedo imaginar lo que tienen que sentir esos pocos privilegiados…

   Terminada la rampa de hielo, nieve virgen y arboles, el camino es estabiliza un poco, bueno si se le puede llamas así, al menos el terreno se abre, se ensancha y te empapa de una sensación de libertad que no tenía la zona anterior. Los arboles dejan paso a los desfiladeros de nieve, al viento, al sol y a la felicidad… es curioso como un lugar sin apenas nada, puede transmitirte tanto. 

   Corto mi concentración en la marcha por un segundo, tengo que hacerlo, no puedo remediarlo, el vacío me llama como las sirenas cantaban a Ulises. La panorámica que se abre ante mis ojos es ciertamente difícil de describir, mis ojos no son capaces de abarcar todo el horizonte nuevo que han dejado pasar los arboles y se llenan de los colores que ven, verdes, marrones predominan, bañados por un manto blanco, pero lo que más me impresiona es la inmensidad.
   Estamos en los últimos zigzags antes de la cima. Ascendemos por un canal de nieve muy fina, modelada por el viento que por aquí habita. Antes de hollar cumbre Blaž se para en seco, deba haber visto algo que no le gusta, que no le llena el ojo, porque acto seguido nos dice que bajemos, que no vamos a subir más. La transición no dura más de 2 minutos y pronto nos encontramos deslizándonos colina abajo.
Establecemos nuestro último punto de control, en el que preparamos nuestros esquís para el descenso. Quitamos la piel de foca y ajustamos bien la mochila, un trago de agua, un último vistazo de 360º y comenzamos a bajar. 

   El lugar, aunque esté más alto que el del día anterior, es mucho más propicio para un esquiador de mis características. Hemos cambiado los arboles, las placas de hielo y los espacios reducidos, por amplias calles, nieve virgen y hielo, esto sí, pero en menor medida.

La bajada la disfruto muchísimo más que la del día anterior, y gracias a los consejos y la ayuda de uno de mis compis consigo hacerla sin caídas (ya me las llevé todas ayer !!!). 

Al llegar a la carretera charlo un rato con unos compañeros sobre las sensaciones del día de hoy.

Ahora tenemos un tiempo libre, dejamos el material y nos vamos a comer. Tras esto nos espera una sesión de cómo construir u Iglú. Otra de estas actividades intermedias, que nos están resultando muy entretenidas e interesantes.

Trabajando duro
   La clase comienza con una demostración de nuestro profesor de cómo sacar un bloque de hielo perfecto, para dicha tarea. Una vez visto, agarramos las herramientas y nos ponemos manos a la obra. No dividimos en un equipo de “canteros”, “transportistas”, “arquitectos” y … “viejos que miran las obras” vamos, al más puro estilo español.

Yo prefiero ser de los canteros, el movimiento calienta mis huesos y pronto le pillo el truco y consigo sacar un “pale” de piedras de hielo.



   Los arquitectos por su parte, no deben estar mirando muchos los planos facilitados por los profesores, porque la base del iglú es muy grande, y pronto nos damos cuenta de que no hay hielo suficiente en toda la montaña para acabar un iglú como ese… por lo que nos dedicamos a hacer fotos y jugar en la nieve, anda que como nuestras vidas dependa un día de esto…

Todo termina con un aplauso sincero a los profesores, que creo que se merecen y un “tonto el último” que hace que los componentes del grupo   salgan esparcidos, cada uno a sus coches.

En el camino de vuelta, el sol nos deja ver todo lo que no vimos en la ida. El entorno de Parque Nacional del Triglav es abrumador. Los picos blancos flanquean la carretera y no puedes cerrar los ojos ni la boca. Tanto Isi como yo nos decimos el uno al otro, sin hablar, sin siquiera mirarnos: “tenemos que volver…”


Ajde !