jueves, 16 de diciembre de 2010

Dobrodošel (Aventura Eslovena: VOL. 1 )

Tarde otoñal en la ciudad del dragón. Cuando paseas por sus calles experimentas un retroceso en la historia. La tranquilidad te envuelve y lo hace de tal manera que puedes sentir su calor. Es uno de esos momentos en los que añoras el calor de otros, de los tuyos. En el que te remontas a otros momentos,  otros lugares, otras situaciones y sensaciones. Peter Bamm dio una vez: “lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlos”. Yo elegí este camino, el de lo desconocido, la aventura, las nuevas experiencias, pero también el de la distancia. Distancia que un día como hoy se hace más latente, más amplia, más cercana… Pero sigo firme en mi propósito de continuar por este camino, de saborearlo, de exprimirlo al máximo y de obtener y aprender cuanto pueda de él. Habrá momentos buenos, y otros que sin duda serán duros, pero tengo la certeza de que ambos serán enriquecedores.
Cuando no hablas el idioma de un país, y solamente parloteas la lengua establecida como “universal”, la distancia de la que hablo se hace más significativa y viene a mi mente la idea de “estar solo, rodeado de tanta gente”. La sensación es un cocktail de impotencia, inseguridad e intentos frustrados de un sabor  amargo. Sin embargo no es más que el principio. El arma más poderosa que tiene el ser humano es su deseo de conseguir algo, y yo, sin duda alguna, quiero conseguirlo.

Estas son palabras que escribí el 9/10/2010, durante un paseo por las orillas del río Ljubljanica. Han pasado 61 Lunas después de aquello, y las sensaciones siguen siendo muy parecidas. Es por esto que la idea de tener una visita consigue acelerarte el pulso de una manera muy poco común. Con solo pensar de que alguien está dispuesto a recorrer 2300 km (solo de ida), pasar dos días viajando,  hacer un importante esfuerzo económico y salir por la puerta de embarque con una sonrisa y un abrazo preparados… eso… eso no soy capaz de explicarlo ni siquiera delante del papel… pues bien, esta es la historia de mi primera visita en mi nueva casa, en mi nuevo hogar, y de cómo esa visita consiguió cambiar algo dentro de mí.
Nos remontamos a la noche del miércoles 1 de diciembre. Cuando todos vosotros estabais saboreando el puente de la constitución y preparando vuestro planes para disfrutarlo, yo estaba ultimando los detalles para ir hasta Venecia y recoger a la chica que revolucionó mi vida en Ljubljana. Si para una salida a la montaña la cosa está cuanto menos entretenida, cuando es para encontrarte con una invitada la cosa se magnifica. Intentas mantener el ritual de siempre, lista de material necesario en la libreta verde, ropa adecuada para la actividad, comida y bebida, en esta ocasión café (con sabor a té). El objetivo: pasar un agradable día en las calles Venecianas.
Sin más, y después de dar una docena de vueltas de reconocimiento, tomo el camino hacia la estación de tren de Ljubljana. El tren sale a las 2:28, sin embargo le doy una hora de tregua, por los inconvenientes que puedan pasar… y menos mal, porque a esa hora y ese día la estación estaba casi desierta. La hora se acercaba y no había apenas movimiento. A 5 minutos de la hora “H” decido darme una vuelta por los andenes, no tengo claro cuál es el mío, por lo que simplemente hago caso de mi instinto. Y en esta ocasión no me falla y llego al andén 4, a un par de minutos de la salida. Ahora a descansar (que no dormir) que nos queda mucho por sonreír.
A las 7:16 h llegamos a la estación de Santa Lucia, desde ahí tomo un bus que me llevará al aeródromo. Aún falta una hora y pico para el aterrizaje por lo que intento hacer tiempo con música y café. Creo que fueron los peores momentos de toda la semana y sinceramente pienso que esta es la razón de que no sea puntual normalmente, no soporto esperar!!!  Pero sin duda Ella lo merece, y comienzo a darle vueltas al recibimiento que quiero hacerle. Finalmente lo preparo, y espero paciente justo enfrente de la puerta de salida de pasajeros. Son unos minutos eternos. No deja de salir gente, pero ni rastro de la chica misteriosa. Cuando la pantalla confirma que su vuelo está en tierra el corazón se acelera por momentos, todo está a punto. Por una de las puertas automáticas logro vislumbrar una silueta familiar, y  una sonrisa me aclara que ella también me ha visto. Sin embargo la imagen solo dura un instante, como la chispa de un pedernal, eso sí, no volverá a borrarse.
Tras unos minutos más de espera la chica de rojo aparece por la puerta. Su sonrisa es la mejor carta de presentación, no hacen falta palabras, tan solo un abrazo intenso que consigue evadirnos fuera de esas cuatro paredes, hasta un lugar solo para nosotros.  Jessica dobrodošli!!!
No creo que pueda contaros aquí lo que sentí en ese momento, no creo que ni yo mismo lo sepa, solo sé que fue algo que me caló muy dentro.
Una vez nos pellizcamos varias veces para cerciorarnos de que esto no es un sueño, de que todo es real, nos disponemos a cargar pilas con ese rico tentempié traído desde la ciudad de los tres ríos. Cafetico con pastas y puesta al día de nuestras ultimas andanadas.
Venecia nos recibe como en alguna ocasión Jess me dice que le gustaría, con lluvia. Sin prisa, saboreando cada segundo, vamos poniendo rumbo a la estación de Santa Lucía, desde donde partiremos hacia la capital eslovena, pero eso será más tarde, aún nos quedan un buen puñado de experiencias en tierras italianas, y no queremos quemar momentos.
Llegada a la estación y dejada del equipaje en la sala habilitada para ello. Por 6 Euros y pico puedes dejar la maleta unas 8 horas, no está mal, teniendo en cuenta de que no es plan pasear por las calles de la ciudad con un equipo completo de escalada en las costillas.
El objetivo está claro: improvisar, dejarnos llevar, no tenemos un plan de ruta, no tenemos ninguna obligación, tan solo disfrutar de una de las ciudades más bellas del mundo. Y eso hacemos, vamos donde nos apetece, donde nos lleva nuestro instinto o nuestra curiosidad, al Este, al Oeste, no importa, la brújula la dejé en casa.
La sensación es de plena libertad, simplemente disfrutas del momento. Los rayos de Sol que se dejan entrever por las nubes nos regalan alguna panorámica excepcional, no, si al final va a tener razón tu amiga !!! Venecia es preciosa en cualquier momento y en cualquier situación.
Al llegar al puerto la conversación se corta, hay que poner los 5 sentidos, personalmente es un lugar que me impresiona mucho. Durante casi todo momento te mueves por calles estrechas, sinuosas, sin ningún orden aparente, y cuando llegas al puerto todo se magnifica. Ya os he contado mis sensaciones en este lugar, pues una vez más sigue impresionándome y creo que seguirá haciéndolo por mucho que lo visite.
Las góndolas descansan apostadas en los embarcaderos, a la caza de algún turista, tantearemos el terreno más adelante.
Llegamos al punto clave de la ciudad. La plaza de San Marco nos saluda con una reverencia y una disculpa, no puede exhibirse en todo su esplendor por culpa de las obras. Sin embargo no pierde su encanto.  La plaza es rectangular, con edificios cuadrados, que se alzan ordenados, desprendiendo una sensación de fortaleza. Me recuerda a las Plazas de Nápoles y Madrid, en cierto punto.

Nos disponemos pronto a contemplar la figura más interesante para mí en este sitio, La Torre dell’Orologio. Realizada en 1496 y 1506 tiene como estandarte un reloj esmaltado de azul y dorado en el que se pueden leer las horas, fases de la Luna y el zodiaco. Servía a los marineros para saber cuál era el mejor momento para navegar (toda esta info la he sabido a posteriori, pero estuvo muy divertido intentar descubrir el funcionamiento del reloj in situ).
Reloj de la torre dell´orologio
Este es uno de esos lugares diferentes, en el que dejas a un lado el ruido, el humo y las prisas, su paz te envuelve, te abraza, permite que te relajes. Cuando estás con alguien verdaderamente a gusto ni siquiera necesitas palabras, tan solo sentirle cerca y esta ciudad propicia todo esto.

Jess-traslator







A la hora de comer conocemos a unas lugareñas tan especiales como conocidas en San marco y Jess consigue pronto entablar una relación de amor-odio. Al principio se muestran algo recelosas, pero no tardan en propiciarle una bienvenida un tanto peculiar.
Lugareñas

Seguimos paseando, evadiéndonos de todos los problemas que tenemos fuera, de todas nuestras incertidumbres, no es el momento para ello. Una de las premisas de este viaje es dejar todo a un lado y simplemente vivirlo.
            Por curiosidad y por la insistencia de uno de los gondoleros, preguntamos precio para dar un paseo por los canales venecianos en su medio de transporte por excelencia. 80 machacantes nos pide el pipiolo por dar EL VIAJE CORTO !!! un poquito fuera de nuestro presupuesto. Pero esto no quedará aquí, quizás algún día…

El cafelito de después sienta mejor que su precio (no veas cómo se las gastan estos italianos…), un último vistazo a la plaza, unas últimas fotos y emprendemos la vuelta a la estación.

La idea sigue siendo la misma, por lo que seguimos conociendo nuevos rinconcitos, esta vez con la luna como acompañante. Ella nos deja ver  otra cara de Venecia, la íntima, la ruborosa, la que solo se muestra en contadas ocasiones y en momentos muy especiales, y sin duda este es uno de ellos.
Rincones...
Siguiendo a la brújula estropeada de Jess,  el regreso se demora un poco más de lo esperado (guiño, guiño) y al final tenemos que echar mano de los conocimientos de los lugareños para llegar a nuestro destino, ellos nos  ayudan con agrado.
Estamos en Santa Lucia, recogemos nuestras maletas y compramos los billetes (25 E). Y hasta nos sobra tiempo para que la niña de muestras de su dominio del italiano leyendo una revista religiosa que una señora nos ofrece amablemente. Me gustaría poder explicaros las caras que ponían la mujer y su marido al escuchar a esta catalana nacionalizada extremeña que va con destino a Eslovenia,  “hablar” su idioma… (Sin palabras)
Noche veneciana

A nuestra hora cogemos el tren, con suerte, porque nos toca uno de esos que tienen habitaciones, y nos será más fácil descansar, o al menos eso creemos, porque las continuas intromisiones de los trabajadores del tren y de la policía interfieren en nuestra recuperación. A duras penas e intercambiando posiciones para que ambos tengamos un ratito de sueño. Vamos comiendo kilómetros y acercándonos a nuestro destino.

La postal blanca de detrás de la ventana nos alerta de que estamos cerca. Son las 2:30 de la mañana y nos encontramos en la  Železniška postaja (estación de tren, en esloveno) de Ljubljana. Atrás queda un día lleno de sensaciones imposibles de borrar.  Un taxi nos lleva al que, por 8 días será el hogar de los dos. Al menos pondré todos mis esfuerzos en que esto sea así. La Aventura eslovena no ha hecho más que comenzar…